martes, 15 de diciembre de 2015

1x16: Intuición

Martín citó a reunión a Antonio e Ignacio, para darles nuevos antecedentes de lo que estaba sucediendo.
M01: tengo más noticias: Ramírez se volvió a escapar de la policía.
A03: (sorprendido) ¿y dónde estaba?
M01: según la información recabada por mis contactos, estuvo en San Pedro de Atacama, donde lo escondió su hermano. El problema fue que él lo delató con el Ejército, por lo cual, lo trataron de ir a buscar, pero alcanzó a arrancar antes.
I04: es vivaracho el soldadito parece
A03: ¿y dónde está ahora?
M01: esperen, esperen, no sean impacientes, que esto se pone mejor: Ramírez pasó por San Pedro, cambió su apariencia al estilo chamán chanta, se arrancó con Rafael y un conscripto a Calama, en camioneta militar. Ahí, dejó el vehículo botado y se separaron: el conscripto se fue hacia el norte, aún no saben bien dónde, mientras Rafael y Ramírez se fueron al sur.
A03: pero de Calama al sur está todo el resto del país, no nos sirve de mucho ese dato
M01: sí, pero compraron pasajes a La Serena. Todo bien ahí, lograron cruzar gran parte del desierto sin ser detectados, pero, cuando se dio aviso de su fuga, se cerraron las carreteras y endurecieron controles.
A03: ¿y los pillaron?
M01: (se ríe) casi. A la salida de Vallenar, ya a una hora de La Serena, un control policial los descubrió.
A03: entonces, están por ahí cerca
M01: espera, espera, si esto sigue.
I04: ¿qué mierda pasó, entonces?
M01: sólo Ramírez se entregó, para dejar al bus y a Rafael seguir su camino. Pero, cuando se le estaba realizando el control de identidad, Ramírez aprovechó su formación y un descuido de los carabineros, y los amordazó, les robó su arma de servicio y escapó en una moto, rumbo a la IV Región.
Antonio e Ignacio se miran sorprendidos
A03: me estás hueveando, ¿cierto?
I04: cosa seria, mi compadre
M01: así parece. Y, por lo que sabemos, el bus de Rafael ya llegó a La Serena, y, por ende, la moto también apareció en una comisaría de la ciudad. Así que, en teoría, deberían andar juntos de nuevo.
A03: ¿pero dónde?
M01: no sabemos. Pero tienen a toda la policía y el Ejército buscándolos. No soportan que se les hayan arrancado dos veces en menos de 48 horas.
A03: me sorprende el Rafa, peor que un gato, tiene como 24 vidas ese weón.
M01: en este momento, el teniente Ramírez y Rafael se encuentran entre Tongoy y Los Vilos, creo yo.
A03: ¿habrán arrancado de inmediato de La Serena o se quedaron allá?
M01: es lo que quiero averiguar. Pero temo por ambos. Los controles carreteros se endurecieron. Con decirte que, luego del numerito en Vallenar, sacaron a Carabineros de esa labor, y colocaron al Ejército. Bienvenidos al estado de sitio.
A03: pero arrancaron 1000km sin ser atrapados. Les falta un tercio del tramo, algo me dice que van a llegar a Santiago vivos.
Los días pasaban lentos en la casa-escondite de Martín, y la falta de acción ya estaba enfermando a Antonio. La cantidad de antecedentes y cosas por hacer le daban vueltas en la cabeza una y otra y otra y otra vez, y eso le estaba pasando la cuenta. Insomnio, mal humor, hambre excesiva. Sabía que algo podía estar sucediendo y él tenía que estar allí. No sabe si como reportero, ni como aspirante a militar, pero sentía que era necesario en ese lugar, y que tenía que tomar acciones concretas. Sabía que su vida estaba en riesgo, y que cualquier acción estúpida o precipitada podría hacer caer toda la operación. Todo el avance realizado, los conocimientos adquiridos, las piezas de la historia que ya tienen, podrían perderse por una decisión errónea. Estaba en ese dilema, y no sabía si hacerle caso a su cerebro o a su instinto.
Al final, viendo que el tiempo se consumía y con los nuevos antecedentes en la historia, escogió un camino. Contra todos los consejos y pronósticos, tomó un bolso, echó algunos objetos personales, como una cámara fotográfica análoga (con rollo y pilas), un mapa, lápiz, cuaderno, un viejo Turistel que tenía guardado y una botella con agua, y, mientras todos dormían, salió sigilosamente del lugar. Afuera, se dedicó a mirar a su alrededor, buscando algo o alguien que lo inspirara a dar el siguiente paso. Justo, al frente suyo, pasa un bus interprovincial que decía “Los Vilos”. Se le ocurrió una idea: Los Vilos es el punto medio, a grandes rasgos, entre La Serena y Santiago. Lo más seguro, es que vengan en ese tramo. Además, si se endurecieron los controles y lo tomaron los militares, hay un lugar donde pueden hacer y deshacer lo que quieran en medio de la ruta.
Antonio toma un bus del Transantiago que lo deja en el cruce de Américo Vespucio y la Ruta 5 Norte, y se pone a caminar por la berma. Cuando observa un bus interprovincial, le hace un par de gestos y se detiene. El bus iba hacia La Calera, pero igual le servía. Se sube, el auxiliar lo acompaña a un asiento, le pregunta hasta dónde va y le cobra el pasaje. Aprovecha el descanso para instalarse, sacar su cuaderno y empezar a sacar cuentas.
Por un lado, tenía el atentado del Metro, donde utilizaron explosivos militares para hacer volar un vagón, pero era un vagón vacío y entrando contra el tránsito a una concurrida estación. Por otro, el intento de estallar tres buses del Transantiago en Huechuraba, el cual lograron desactivar dos y el tercero no se salvó, y tuvo inmolación incluida de un conscripto para evitar una tragedia mayor. Además, se suma al rapto de un oficial de ejército que estaba corriendo un rally en el norte, y que, coincidentemente, guardaba relación con los recintos donde se guardaba el arsenal utilizado en ambos ataques. Hasta ese momento, todo muy claro, pero faltaban pruebas, o testigos. A eso, hay que sumarle que su amigo Rafael, quien trabajaba en el metro, fue secuestrado y fingieron su muerte, para sacarle información, y ahora, andaba arrancando junto con el otro oficial por el país. Ahí estaba la conexión, la pieza fundamental para conectar la historia. Por lo mismo, sabía que tenía que tratar de encontrarlos antes que la policía o el Ejército, porque si eran capturados, él también iba a correr la misma suerte.
Todo esto, era como buscar una aguja en un pajar. En un área de varios cientos de kilómetros cuadrados podrían estar, pero no era el único que estaba en esa misión: gran parte de las fuerzas armadas y de orden andaban en la misma. Al final, esa lluvia de ideas le empezó a provocar sueño, y a la altura de la Cuesta Las Chilcas, se quedó dormido.
El auxiliar del bus lo despertó en el terminal de buses de La Calera. Allí se bajó, pasó a un supermercado, compró algo para comer e intentó volver a la carretera. Se fue caminando, ya que no era mucho el trecho, y aprovechó el trayecto para seguir ideando un plan. Al llegar a la Panamericana Norte, se puso a hacer dedo mientras avanzaba, sin ser tomado en cuenta por los vehículos que circulaban por el lugar. Siguió caminando, aún haciendo gestos a cuánto vehículo se acercara, pero no hubo caso. Calculaba que le quedaban, aproximadamente, unos 60 kilómetros para llegar a destino, porque tenía la sensación de que en ese sitio, que a él le trae tan malos recuerdos, está la pista que le faltaba. Era algo instintivo, como que una fuerza incomprensible lo llevaba hasta ese sitio. Tan malas situaciones vividas allí, pero también ahí podía estar la llave que le faltaba, para completar una parte del rompecabezas.
¿Y si no estaban allí? Era una posibilidad real. En 500 kilómetros de distancia, hartas cosas podían esconderse o perderse en el trayecto. Al final, no se dio ni cuenta, y justo un camión frigorífico se detuvo a un costado.
CAM: ¿dónde va, compadrito?
A03: (reacciona) ¿ah? Ah, voy a La Serena, ¿dónde va usted?
CAM: ¿yo? A Antofagasta, a dejar este pedido (le hace el gesto del camión). Súbase si quiere, si no se quiere seguir asando
A03: (sorprendido y agradecido) ¿en serio?
CAM: (muy amable) sí, yo no muerdo, no se preocupe
Antonio se encarama al camión y se sienta al costado del chofer, y él le empieza a meter conversa
CAM: oiga, y ¿por qué anda así no más?
A03: (inventa) ah, es que me robaron y quedé con el puro bolso ahí en La Calera
CAM: ¿y dónde va?
A03: a La Serena, mi tía vive allá, me voy a ayudarla con su negocio
CAM: ¿negocio de qué?
A03: tiene una residencial, pero es nueva
CAM: ah, buena igual, ¿mucho turista?
A03: sí, hartos, por eso quiere aprovechar la temporada
CAM: ¿y en qué parte de La Serena queda?
A03: no cacho mucho, si es primera vez que vengo para acá, y me iba a ir a buscar al terminal de buses
CAM: ah, ojalá que les vaya bien con la hospedería. Oye, antes que todo, ¿cuál es tu nombre?
A03: A… A… Alberto
CAM: mira tú, yo tengo un sobrino que se llama Alberto, pero es chico, tiene como 8 años
A03: (aparentando interés) mire usted
CAM: sí, es un bandido el cabro chico sí, pero es mi regalón.
A03: ah, buena
CAM: ¿y qué te pasó en La Calera? ¿Te hicieron daño?
A03: no, me bajé al baño en el terminal y cuando volví, el bus se había ido con todas mis cosas
CAM: (dudoso) ¿pero no dijiste que te habían robado?
A03: (percatándose del error) sí, pero me robaron los documentos y esas cosas, mi bolso va rumbo a La Serena sin mí. Espero que me guarden las cosas en el terminal.
CAM: de más, aunque son tan sinvergüenzas estos tipos, ni que fueran políticos
A03: (cachando para dónde iba la conversación) sí, pero hay que confiar solamente, no tengo más alternativa tampoco.
CAM: toda la razón compadrito.
Van conversando de la vida en el resto del camino (no por mucho, claramente), y ahí “Alberto” se entera que el camionero, de nombre Juan, viaja todas las semanas de Antofagasta a Santiago trasladando helados y productos congelados. Por lo menos, así evita algo el calor, pero que la rutina lo está aburriendo. Y “Alberto” le contó sobre su falsa vida de joven trabajador de Santiago, que va en el verano a ganarse un dinero extra trabajando con su tía en una hostería en La Serena, la que se creyó sin cuestionamientos el camionero. Cruzaron el túnel El Melón, y ya, acercándose a Pichicuy, la velocidad empezó a bajar.
CAM: ¿por qué mierda hay tanto taco?
A03: no cacho
CAM: ah, había escuchado que iban a hacer controles, porque andan buscando a los terroristas que pusieron bombas en el metro y en unas micros en Santiago, pero no creo que anden para este lado
A03: si fuera terrorista y me buscaran, me habría ido a Argentina. Es bastante más cerca que arrancar al norte.
CAM: ¡qué gente más mala y enferma!
A03: sí, horrible hacer ese tipo de actos a la gente normal, que no tiene la culpa
A medida que se visualiza el Cruce Pichicuy, Antonio se empieza a asustar: hay militares armados controlando el paso de un lado al otro de la carretera. Sabe que si sigue allí, es hombre muerto, pero tampoco quiere levantar sospechas en el camionero.
A03: ¿le puedo pedir un favor?
CAM: ¿sí?
A03: tengo una tía que vive acá, en esta caleta, a ella le voy a pedir plata para irme para el norte
CAM: ¿está seguro, joven?
A03: sí, no se preocupe, gracias por todo
CAM: (le pasa un papel con un número de celular) cualquier cosa, si anda botado en la carretera, me avisa. Y si yo ando botado en La Serena, me invita a la hostería de su tía
A03: (acepta el papel y se lo guarda en el bolsillo) no se preocupe, yo le aviso cualquier cosa. Muchas gracias, me salvó la vida
Antonio se baja de la cabina, atraviesa entre los autos atascados a la berma de enfrente, y por la playa, logra acceder a la caleta de Pichicuy, evitando así los controles. En un negocio, saca unas monedas y desde un teléfono público llama a Martín.
M01: ¿aló?
A03: estoy en la playa
M01: (furioso) HIJO DE PUTA, ¿DÓNDE MIERDA HAS ESTADO?
A03: tengo una corazonada y me vine a la playa. Los milicos tienen cortado el cruce de la Ruta 5 acá en Pichicuy
M01: obvio, ahí hay un recinto de entrenamiento de la Escuela Militar. Es el lugar más fácil donde pueden hacer control, si el terreno es tan grande que cubre ambos lados de la carretera. ¿Cuál es tu idea?
A03: quiero encontrar antes que estos tipos a mi amigo y al oficial. Si los atrapan, todo se nos va a la mierda.
M01: y si te atrapan, tu vida y toda la operación se va a la mierda
A03: confía en mí. Me he salvado de peores y creo en mi instinto.
M01: allá tú. Pero manténme informado.
En eso, Antonio corta y empieza a caminar por el pequeño pueblo. Un par de metros y se encuentra de frente con el acceso principal al recinto militar. Este se encontraba resguardado por conscriptos fuertemente armados, y a cada rato salían camiones y camionetas cargadas de personal. Empieza a idear un plan para entrar, porque tiene el presentimiento que algo se esconde allá adentro. Luego, piensa en que todo ese terreno tiene acceso al mar, por lo cual, se le ocurre tratar de ingresar, pero desde la playa. Por lo tanto, toma su bolso, se saca la polera y los zapatos, y se mete por el borde de la costa, para atravesar hacia el norte. Estaba en eso, cuando siente un balazo y gritos a lo lejos.
Tte. González: ¡ASÍ TE QUERÍA VER, CONCHETUMADRE!
Antonio se asusta, pero logra observar mejor, y ve que hay dos personas, con sus manos en la cabeza caminando hacia la playa, siendo apuntadas por un oficial directo a la cabeza.
A03: mierda, mierda, mierda.
Antonio se empieza a acercar al lugar, y cuando está a una distancia adecuada, aunque fuera de riesgo, se da cuenta de quiénes son los individuos
A03: ¿Rafael?

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