domingo, 7 de febrero de 2016

2x01: Ofertas



Al rato, y esquivando tacos y controles, Ignacio y el resto del grupo logró llegar a su casa. Daniela se baja corriendo, Antonio lleva a Valentina de su mano e Ignacio le pone alarma al auto y entra a su casa
A03: (consolando a Valentina) no te preocupes, todo va a salir bien
V05: temo que mi familia esté bien
A03: tengo una sensación rara con todo esto
I04: estaba todo demasiado tranquilo
Tte. R: (saliendo de la cocina) ¿dónde estaban? ¿vieron las noticias?
A03: un espanto, ya estoy aburrido de todo esto
Tte. R: estoy temiendo lo peor
A03: Arturo, necesito hablar contigo
Tte. R: sí, Esparza, ¿qué necesitas?
A03: (baja el tono) tengo que preguntarte algo, pero que no me escuche Valentina… ¿vamos al segundo piso?
Tte. R: ya, deja lavarme las manos, que estaba haciendo cosas en la cocina y subo
Arturo entra a la cocina, se saca el delantal y se pone a mirar en la TV las últimas novedades: 15 muertos, 130 heridos, y ya las autoridades hablan, sin tapujos, de un nuevo atentado terrorista. Pero, a pesar de lo que podríamos creer, a Ramírez no se le mueve ningún músculo al ver las dantescas imágenes.
D02: tengo una teoría, pero quiero plantearla bien
I04: me quedó dando vuelta el tema de los camiones…
D02: ¿qué camiones?
I04: habían varios camiones blancos estacionados afuera de la Quinta...
D02: pero pueden ser de la organización…
I04: (la interrumpe) ...sin patente. Además esos mismos camiones los había visto antes.
A03: (mientras esperaba a Ramírez) BKLP38 era uno
I04: (sorprendido) ¿qué? (toma el celular, revisa las fotos que tenía del parabrisas y…) tienes razón (le hace zoom a la pantalla), esa es la patente de uno de ellos
D02: (atenta a la conversación) ¿me puedes repetir la patente? (toma un lápiz y una hoja)
A03: (inseguro) BKLP38, sí, esa era… creo
D02: (le quita el teléfono de la mano a Ignacio) deja revisar algo (en el teléfono, entra a un sitio web) ya, era Be-Ka-Ele-Pe-Tres-Ocho, a ver… (se sorprende con la información que sale en pantalla) lo que sospechaba
A03: (intrigado) ¿qué cosa?
D02: el vehículo, según sus datos de padrón en la base del Registro Civil, es de José Miguel Moya.
I04: ¿y quién es él?
Tte. R: (desde la cocina) ¿mi coronel Moya?
D02: (revisando Google) efectivamente, coronel José Miguel Moya...
A03: (desencajado) ¿otra vez el Ejército metido? ¡córtenla!
D02: (aún con el teléfono) sí, y no es de los trigos muy limpios: estaba siendo investigado por un escándalo de corrupción sobre coimas a proveedores de la institución y desvío de fondos de la Ley Reservada del Cobre…
A03: (completando la oración) ¿el Milicogate?
D02: sí, el mismo… y cómo obtuvieron la patente, si se las sacaron a los camiones?
I04: tenía los adhesivos de la revisión técnica
A03: si es un oficial de alto rango, raro que no haya sacado esos adhesivos, si más encima, dudo que le vayan a hacer control en ruta
D02: son astutos para algunas cosas, pero en otras… (se pone la mano en la cara)
A03: me llama la atención lo poco prolijos que han sido. No sé si será por hacer las cosas a la maleta o es intencional, porque quieren que los pillen
Tte. R: (saliendo de la cocina) ¿vamos al segundo piso?
A03: subo altiro
Antonio corre por las escaleras, y en uno de los dormitorios, se reúne con Arturo
Tte. R: ¿qué pasó que era tan importante hablar en privado?
A03: me encontré con alguien conocido en la Quinta Vergara
Tte. R: ¿y para eso querías hablar conmigo?
A03: es alguien que tú conoces muy bien
Tte. R: (se preocupa) ¿quién?
A03: ¿te acuerdas de una mina de la Escuela que era súper rica, pero media psicópata?
Tte. R: (aumenta su preocupación) no cacho, ¿quién era?
A03: no me acuerdo del nombre, pero sí del apellido, Pinto parece que era
Tte. R: (se descompone entero) ¿la Maca Pinto?
A03: sí, parece que era ella
Tte. R: (se pone las manos en su cara y se lamenta) mierda, mierda, mierda, mierda…
A03: ¿qué onda?
Tte. R: (se altera) ¿y te reconoció? Por favor, dime que no
A03: (no entendiendo nada) parece que sí, porque me gritó “reclutón”, pero no creo que se acuerde mucho
Tte. R: (se para y da vueltas, maldiciendo) conchetumadre, ahora sí que estoy muerto
A03: ¿qué ocurrió?
Tte. R: (bajando el tono de voz) ¿te conté como escapé del encierro en el norte?
A03: algo, pero no me acuerdo mucho
Tte. R: cuando estábamos con tu amigo, y estábamos encarcelados, de repente caché a quién tenían custodiándome: mi ex polola Macarena Pinto, ahora, flamante teniente del arma de Telecomunicaciones
A03: mierda…
Tte. R: y esa fue mi llave de escape: “donde fuego hubo, cenizas quedan”, y me aproveché de eso. Le seduje, logré algunas regalías, y con unas drogas del botiquín la adormecí para escapar. La dejé tirada en Caspana, un pueblito perdido en el norte. Y quería puro vengarse
A03: estamos fritos… ¿pero qué hacía en el Festival de Viña?
Tte. R: si el camión que viste era de mi coronel Moya, eso explica muchas cosas. Si te encontró y reconoció, va a asumir que estamos en la zona y nos va a buscar por cielo, mar y tierra
A03: y más ahora, con el atentado en el Costanera. Lo peor es que esos camiones fueron los mismos que usaron para trasladar explosivos desde el Regimiento Buin al Metro y los terminales de buses.
Tte. R: por eso la mina que llegó, tenía apuro de ir al Festival a buscarlos
A03: ¿doble atentado?
Tte. R: en una de esas, parece que necesitaban volver a ponerse en primera plana para meter más miedo
A03: hay algo que no me cuadra acá
Tte. R: cualquier cosa, teoría o suposición, me avisas.
A03: (sin ganas) ahí te cuento
Antonio sale de la pieza, intentando ordenar las piezas del puzzle. Han pasado tantas cosas que ya dejaba de sentir miedo, pero el recuerdo de su etapa de cadete y verle la cara a la oficial que fue la carcelera de su amigo, le revuelve el estómago. Cuando iba de vuelta a su pieza, pasa por un cuarto donde Daniela dejó sus cosas y ve una montaña de discos duros externos sobre una cama. Antonio decide entrar, saca una de estas unidades, la revisa, y se la lleva
A03: (a sí mismo) algo raro se trae entre manos esta mina (guarda el disco en su bolsillo)
Cuando iba saliendo, se encuentra con Rafael en el pasillo
R07: ¿qué pasó? ¿no estabai en el Festival?
A03: sí, pero con el atentado en Santiago funó todo
R07: ¡qué lata!
A03: sí, pero es lo que hay no más
R07: yo me voy a acostar, mañana será un largo día
A03: ¿por qué?
R07: empiezo en un trabajo nuevo: voy a ser cajero en el Jumbo. Son pocas lucas, pero necesito pega, me carga bolsear todo
A03: (contento) ¡muy bien!
R07: anda a dormir mejor
A03: eso haré
Al final, Antonio entra al dormitorio que compartía con Ignacio (él en un colchón en el piso), guarda el disco duro entre su almohada y se queda tumbado mirando al techo
A03: (hablando al cielo, en voz baja) y aquí vamos de nuevo. ¿Cuándo se va a acabar todo esto? Extraño mi vida, mi familia, el salir tranquilo a la calle, sin pensar en que me van a capturar o matar al poner un pie fuera de la casa. Hay que llegar pronto al fin, sino me voy a volver loco.
Antonio se intenta quedar dormido, algo que Rafael también hace en el dormitorio que compartía con Ramírez. Pero el teniente ya no estaba ahí, sino que encerrado en el baño, cambiándose ropa y arreglándose. ¿Dónde iría a esta hora? Parece que tenía ganas de despejar la mente un rato, pero que nadie se enterara de su salida nocturna, así que esperó que se apagaran todas las luces, que su compañero de cuarto durmiera profundamente, y se escapó de la casona.
El oficial empezó a caminar raudo por las calles del puerto, como arrancando de alguien, hasta que entra a un bar de mala muerte, se instala entre unos borrachos, y pide unos tragos. Estaba en eso, con bastante alcohol en el cuerpo, cuando una voz femenina lo sorprende.
Tte. Pinto: (al oído, cantando) pero mira lo que me encontré, mira lo que me encontré
Tte. R: (frío, con la lengua traposa) ¿tú?
Tte. Pinto: ¿a la que le calentaste la sopa y dejaste tirada en medio de la nada? ¿la que se juró vengarse de ti apenas te encontrara?
Tte. R: (sin reacción, irónico) un gusto verte, tanto tiempo que no sabía de ti
Tte. Pinto: me importa una raja tu sarcasmo, más cuando sabes que es cosa de pescar el teléfono, llamar a mi mayor Ortega, y entregarte con cinta de regalo (le toma el olor), y con lo curao que estás, va a ser más fácil aún.
Tte. R: ¿qué quieres, Pinto?
Tte. Pinto: (seduciéndolo) mmm, no sé, verte en la cárcel o exiliado
Tte. R: (serio) estoy hablando en serio
Tte. Pinto: yo también, y muy en serio. Sabes que tu cabeza tiene un alto precio, y si te entrego con mi mayor, tengo mi carrera asegurada, pero, mmm, no sé, siento que es muy fácil, y tú sabes, no me gustan las cosas fáciles.
Tte. R: (se para con dificultad) permiso, pero no estoy para escuchar tu declaración de principios
Tte. Pinto: (afirmándolo del hombro, obligándolo a sentarse) no he terminado aún, te tengo una oferta
Tte. R: (tratando de levantarse) no me interesan tus ofertas, tengo cosas más importantes que hacer, permiso...
Tte. Pinto: (lo vuelve a sentar) eres patético Ramírez, una bolsa de caca tiene más valor que tú ahora
Tte. R: (molesto) ¿y te da envidia acaso?
Tte. Pinto: ¿qué pasó con el comando, con el paracaidista, con el brigadier mayor? Raja curao en un pub de Valparaíso, arrancando de su institución, con un desertor, y viendo cuánto tiempo aguanta antes de que lo agarren y lo hagan mierda. Una lástima tu futuro
Tte. R: (le hace clic) ¿tanto te importa mi vida ahora?
Tte. Pinto: pero mírate Arturo, estás dando pena: no trabajas, te mantiene un weón que está arrancando de la justicia por terrorismo, y que no te va a llevar a ningún lugar.
Tte. R: da lo mismo, hace rato todo se fue a la mierda
Tte. Pinto: te equivocas Arturo, todo está a punto de irse a la mierda, y todo por tu culpa.
Tte. R: sí, como yo fui a llenar de bombas el metro y matar conscriptos
Tte. Pinto: no seas ridículo, no me refiero a eso. Pero sí, es tu culpa el arrancar, esconderte, y estar de lado de unos terroristas marxistas que están en contra de la Patria
Tte. R: (se ríe) escúchate por favor, ¿qué es ese discurso de "terroristas marxistas"?
Tte. Pinto: obvio que son marxistas, ¿o crees que es el Estado Islámico?
Tte. R: (pasa de la risa al enojo) no seas tonta, usaron explosivos militares en ambos atentados, vehículos de la institución, y ahora los camiones de mi coronel Moya metidos colocando bombas en la Quinta Vergara
Tte. Pinto: (se sorprende con esta revelación) ¿y cómo supiste?
Tte. R: (sin filtro) me entero de todo, aparte siempre ese viejo culiao ha estado metido en cosas turbias
Tte. Pinto: (cambiando de tema) yo te vine a hacer un ofrecimiento, y no me lo puedes rechazar
Tte. R: ¿qué pasa?
Tte. Pinto: sé que estás escondido en algún lugar acá en Valpo. Y sé que Esparza anda acá también, me lo topé en la Quinta Vergara y escapó como una rata al verme. Sé que extrañas el Ejército y que, por dentro, te arrepientes de todo esto y estarías dispuesto a volver. Por eso te ofrezco un trato
Tte. R: (sin interés) ¿qué quieres?
Tte. Pinto: entrégame a Esparza. Es a él el que quiere mi mayor Ortega. Si me ayudas a capturarlo, podemos limpiar tus antecedentes en la institución, y aquí no ha pasado nada.
Tte. R: ¿y qué gano yo con eso? Porque parece que tú estás interesada en limpiarte el nombre, a mí me importa un pepino
Tte. Pinto: ¿sabes? Podrías recuperar tu grado, tus cursos, tus piochas, tu carrera, todo. Incluso más alto: ascensos, traslados, lo que tú quieras.
Tte. R: (haciéndose el chistoso) ¿así tal cual?
Tte. Pinto: no estoy para humor. Piensa la oferta. Te doy 48 horas para pensarla. Si realmente te interesa, nos vemos en este mismo bar en dos días más (toma un papel con un número anotado). Cualquier cosa, avísame a este teléfono
Tte. R: no tengo celular
Tte. Pinto: no importa
Tte. R: ¿y qué te hace pensar que voy a aceptar tu ofrecimiento?
Tte. Pinto: te conozco bien Arturo, te conozco mejor de lo que tú crees. En 48 horas más me estarás entregando a Esparza amarrado, sobre un plato y con una manzana en la boca y no te darás cuenta.
Pinto deja unos billetes en la mesa, se para de la barra y se retira del lugar, con rumbo desconocido, mientras, Ramírez mira el papel, piensa si botarlo o guardarlo, y luego lo echa en su bolsillo. A los minutos, se para, y toma un taxi, rumbo a su casa. Se baja en la casona, abre la puerta, y tiene la suerte de que Ignacio y Antonio estaban despiertos, en la escalera, conversando.
Tte. R: (haciéndose el loco) ¿y ustedes?
I04: (molesto) me pregunto lo mismo
A03: (siente el olor) y venís pasao a copete, ¿no cachai que así es re fácil que te pillen?
I04: y de pasada, nos cagai a todos
Tte. R: perdón, perdón, fueron unas chelas no más, aparte ustedes no son mis papás
A03: no, pero un descuido tuyo y nos vamos todos a la mierda, partiendo por ti. Sabes que eres el blanco más rentable para la organización en este momento, después de mí. Y si andas con alcohol, dando jugo en las calles, no va a costar nada para que te atrapen, y vean si te dejan con vida.
Tte. R: (incómodo) disculpen, en serio
A03: anda a lavarte la cara, y de ahí, dormís en el sillón. Yo ni cagando estoy para limpiarte los vómitos
Tte. R: le ponís color
A03: chao no más
Arturo entra al baño, se moja la cara, se saca la ropa y se mira al espejo un buen rato, tratando de reaccionar.
Tte. R: (a sí mismo) ¿qué mierda hice? Ni siquiera debí haber pensado en la posibilidad, pero, por otro lado, no estoy haciendo nada, salvo arrancar, y por algo que tampoco es mi culpa. A Esparza lo buscan por la información que tiene, y yo tuve la mala suerte de toparme con su amigo y cumplir mi deber de liberarlo. Pero, en estricto rigor, no es mi culpa nada de esto. ¿Por qué estoy escapando? El que nada hace, nada teme, así que no tendría por qué seguir escondiéndome del mundo. Tengo dos días para contestarle a Pinto, y, las cosas andan tan mal, que volver a mi institución, a mi segunda familia, no es una mala alternativa. Acá estoy haciendo nada, no soy ningún aporte, y mientras no hayan planes, me aburro. No me gusta ser dependiente de otros, para algo me entrené y ser autosuficiente. Dios, dime por favor, qué mierda hago ahora.
Ramírez se pone a llorar, se sienta en la taza del baño y se queda dormido en ese lugar, hasta el otro día.